El Frontón municipal de Igea se transformó esta tarde en un pequeño hangar con red: drones zumbando y un puñado de curiosos aplaudiendo cada jugada aérea como si fuera un gol de chilena. Al mando de la función estaba Nicolás Iriondo, 23 años, oriotarra con la maleta todavía oliendo a Corea del Sur, donde descubrió en 2016 eso que se llama “fútbol con drones” y que hoy ha aterrizado por primera vez, de la mano del Ayuntamiento, en La Rioja de la mano de Flybble , la marca comercial del proyecto Drone Soccer Spain.
Nicolás y su compañera Nerea llegaron al frontón con un, llamémoslo 'recinto enjaulado' y media docena de cuadricópteros tan chiquitos como espectaculares, cubiertos por una protección esférica. La dinámica es directa: equipos de tres pilotos, un dron atacante y dos defensores que hacen de escolta, sin pelota ni exceso de reglas, el gol consiste en atravesar el aro rival sin estrellar el aparato. Se juega a ras de público, con los niños pegados a la valla y los veteranos comentando maniobras como si entendieran de aerodinámica de pronto. Y funciona, porque la curva de aprendizaje es suave; basta un par de minutos con el mando para lanzarse a la pista y sentir la misma adrenalina que con un balón rodando.
“Queremos que un dron sea tan normal como unas botas de tacos” explicó Nicolás entre vuelo y vuelo, convencido de que el futuro pasa por ligas itinerantes. Su hoja de ruta ya está pintada: doce torneos en doce ciudades, uno al mes, para elegir a los doce mejores pilotos del país y juntarlos después en una final de altos vuelos. Todo suena ambicioso, pero la tarde de hoy demuestra que la idea tiene garra: ovación cuando un dron remata de cabeza imaginaria, risas cuando otro se queda sin batería a un palmo del aro, y caras de sorpresa cuando los organizadores enseñan que estos mismo bichos sirven también para agricultura de precisión o rescate en montaña.
La exhibición, pensada solo para demostrar el juego, dejó a los chavales (y mayores) con ganas de más. Queda pendiente un evento de día completo con más teoría y vuelos libres, eso llegará cuando el calendario de Flybble encuentre hueco entre Euskadi, Navarra y la next stop que asome.
Para rematar la cita, Nicolás recordó que todo empezó comprando unos prototipos a los mismos ingenieros coreanos que inventaron el juego, confiando en que en España había hambre de novedades tecnológicas con toque deportivo. Viendo el ambiente de Igea, parece que acertaron. El balón, de momento, sigue en el suelo, pero la fiesta ya se celebra en el aire.
© 2025 Ricard Fadrique