“Llevo investigando Contrebia Leucade prácticamente toda la vida.”

Contrebia Leucade: Historia en primera línea

Entrevista al Director de las excavaciones arqueológicas de Contrebia Leucade
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José Antonio Hernández Vera, profesor emérito de la Universidad de Zaragoza y natural de Aguilar del Río Alhama, no necesita calentamiento para hablar de Contrebia Leucade. Se le nota el cariño de quien ha visto crecer y volver a levantarse unas ruinas que hoy son uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de La Rioja. “Hice la tesina, la tesis doctoral y sigo trabajando en esta maravillosa ciudad”, resume, con esa mezcla de orgullo y prudencia de los investigadores que prefieren que hablen las piedras.

La Contrebia que vemos en Inestrillas es, sobre todo, una ciudad celtibérica que cobra protagonismo en las guerras de conquista de Roma. Pero su historia se arranca varios siglos antes y se estira hasta la Alta Edad Media. Hernández Vera propone una hipótesis potente para sus orígenes: “Estamos ante Akra Leuke, una ciudad cartaginesa, una fundación de Amilcar Barca, el padre de Aníbal”, afirma, apoyándose en fuentes grecorromanas y en la lectura del territorio. No es un detalle menor: colocaría a este enclave en la órbita de los primeros grandes movimientos estratégicos en la península.


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“Contrebia es una ciudad fundada con objetivos eminentemente militares y estratégicos.” La frase encaja con lo que se ve sobre el terreno. Contrebia controla el camino natural del valle del Alhama, afluente de la margen derecha del Ebro, que supone la vía más corta y más directa entre el valle del Ebro y la Meseta. Entre Graccurris, la base militar romana fundada por Tiberio Sempronio Graco en la desembocadura y Numancia, corazón de la resistencia indígena, situada cerca de la cabecera, “hay dos jornadas de marcha; justamente a mitad de camino está Contrebia Leucade”. El control de esta vía explica el importante papel de la ciudad en un episodio de la guerra de Quinto Sertorio (77–76 a. C.) en el que afecta al valle medio del Ebro

Tras el episodio sertoriano, la ciudad entra en colapso; pero más tarde, ya en época imperial, en la segunda mitad del siglo I d. C., recupera su función estratégica y restaura su encintado defensivo, construyendo de nueva planta la muralla que cierra el lado norte inmediato al río.

Más tarde, (siglos VI–VII), son los visigodas los nuevos habitantes de la ciudad, que tras islamizarse la van a ocupar hasta finales del IX y el X en que se produce el abandono definitivo.

De todas las etapas de ocupación nos han llegado restos, tanto en lo que respecta a las estructuras urbanas como en lo que se refiere a elementos de cultura material”, subraya Hernández Vera.


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La curiosidad por las ruinas no es nueva. A finales del XVIII, Joaquín Traggia dejó la primera descripción. En el XIX pasaron Juan Antonio Llorente, Ángel Casimiro de Govantes y Pascual Madoz. Ya en el XX, los cerveranos Juan Manuel Zapatero y Pedro Marín dedicaron páginas al yacimiento

El giro moderno llega en 1924, cuando Blas Taracena atribuye el lugar a Contrebia Leucade apoyándose en Tito Livio y, más tarde, en 1934-35 realiza las primeras excavaciones sistemáticas. Después vuelve el silencio y una etapa de abandono con daños irreversibles: se arrancaron sillares de la muralla romana, se abrieron y vaciaron tumbas tardías, se llevaron teselas de pavimentos como recuerdo…hasta que, entre 1973 y 1977, un joven Hernández Vera recorre palmo a palmo el yacimiento para elaborar su tesis. De ese trabajo salieron piezas clave: el hallazgo del enterramiento de la Edad del Bronce en la Cueva de los Lagos o la definición del poblado de la Primera Edad del Hierro. En 1989 arrancan las excavaciones sistemáticas con una doble meta: “Conocer el origen y desarrollo de la ciudad y, además, crear una fuente alternativa de riqueza poniendo en valor un recurso local e intransferible”. Dicho y hecho: las campañas, interrumpidas entre 1993 y 2000, continúan, y en los últimos años se ha priorizado la restauración del cinturón defensivo.


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El modo de enseñar Contrebia al visitante también habla de esta filosofía. Nada de inventos ni atrezzo gratuito. “Hemos evitado introducir elementos ajenos al yacimiento”, explica Hernández Vera. El recorrido se apoya en el trazado original de las calles celtibéricas, acondicionado lo justo, y en el viejo camino de herradura que cruzaba las fincas hasta hace nada. Así, la lectura es limpia: murallas, puertas, viviendas, espacios comunes y ese urbanismo que ahora se estudia con lupa para entender cómo se organizaba la vida en una ciudad pensada para el conflicto… y para sobrevivir al conflicto.


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“Contrebia Leucade es un escenario vivo”, dice el profesor. Y no es una metáfora de folleto. El visitante recorre siglos de ocupación continua, ve cómo se reemplean materiales, cómo se recalcan líneas defensivas, cómo el paisaje, el barranco, el cauce, las lomas, dicta decisiones urbanas. No extraña que el enclave se haya convertido en referencia obligada para entender la resistencia indígena frente a Roma y, a la vez, la adaptación de esas mismas comunidades a los nuevos tiempos.

Hoy, mientras los equipos siguen sacando información del subsuelo y consolidando estructuras, la ciudad vuelve a cumplir una misión estratégica: convertir el patrimonio en motor de territorio. Divulgar bien, investigar mejor y conservar a largo plazo. Tres verbos que, en boca de Hernández Vera, suenan a compromiso personal: “Sigo trabajando aquí”. Y se le ilumina la mirada cuando lo dice. Al final, esa es quizá la mejor garantía de futuro para Contrebia Leucade: que alguien que la conoce desde dentro siga escuchando lo que cuentan sus piedras.


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Contrebia Leucade está en el extremo suroriental de La Rioja, en el término de Aguilar del Río Alhama y pegada al barrio de Inestrillas, sobre la margen derecha del río Alhama, a 18 km de Igea, un paseo en coche de 21 minutos por  la LR-283 y LR-123.

 El yacimiento queda a unos 2,5 kilómetros de Aguilar y apenas 1 kilómetro de Inestrillas. Es decir, en cinco minutos de coche (o un paseo largo) estás a pie de murallas.

Cómo llegar es sencillo. La referencia es la carretera LR-284, que une Cervera del Río Alhama con Aguilar. Vayas desde un lado u otro, verás la señalización “Contrebia Leucade” y un desvío directo al aparcamiento del yacimiento.

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