Igea vivió un Halloween de película, organizado por el Ayuntamiento y el Dino Club, con calabazas por todas partes, disfraces y decorados con mucha guasa y un giro inesperado, la Bruja Jesusa volvió, recitó su conjuro y ¡zas!, las chuches desaparecieron como por arte de magia; para romper el maleficio, el pueblo se lanzó a una gymkana embrujada que convirtió calles y rincones en escenarios de aventura,
La merienda en el Dino Club abrió la jornada con disfraz por decreto y buen humor, y los payasos del “Halloween Comiclown” fueron los maestros de ceremonias perfectos, mezclando bromas y sustillos para que nadie perdiera el ritmo de la búsqueda; cada pista superada apagaba un trocito del hechizo hasta que, ya de noche cerrada y con la cuadrilla entera gritando la palabra secreta, la bruja tuvo que rendirse, el conjuro se deshizo y las bolsas se llenaron otra vez de caramelos como por arte de risa, dejando al pueblo con purpurina en la cara, historias que contar y esa sensación tan igeana de que, cuando jugamos en equipo, no hay hechizo que se nos resista.