Las esclavas de la vida,
son nuestras madres queridas,
pues lo sacrifican todo,
sin que nada se les pida,
desde que nos traen al mundo
y hasta el final de sus vidas,
ellas viven por nosotros
y nunca están abatidas,
sacan fuerzas de coraje
y un amor sencillo y puro,
para cuidar de los hijos
que son su mayor orgullo.
Hay muchas que ya no están,
que de este mundo se han ido,
pero aunque no las veamos,
sus almas son nuestro nido,
en el cual nos cobijamos,
como cuando éramos niños.
ADARNAHEL