'Cómo me gustaría que fuera mi pueblo'
Redacción presentada al concurso convocado por la Revista PALALLANA nº 4 y cuyo autor, pidió quo sólo figurase el seudónimo.
Con los ojos todavía inundados de un suelo poco reparador, María salió a la calle. Un viento bastante fresco la recibió. No fué un agradable "Buenos días", pero sí un reconfortante ramalazo de vitalidad.
Barre su puerta con un algo de tristeza, que, superficialmente se disipa al entablar conversación con la vecina. Esta, se muestra parlanchina por la mañana. Fué el barullo de unos niños el que cortó el diálogo.
- Qué, ¿a encender la estufa?
- Pero... !Si ya no hay estufas!
La vecina olvidaba a menudo que la calefacción, era ahora la encargada do sustituir a las ya dcecrépitas estufas que, dormitaban su jubilación en un cuarto trastero, recordando, quizá, a otros niños, a esos que ahora pasaban con sus tractores y su moderna herramienta camino del campo.
- Desde que nivelaron los campos, hay que ver lo bien que se trabaja ahora. Pero, mire, echo de menos a las caballerías con sus arados de madera y sus aparejos, con su andar cansino pero sin pausa.
- Sí, es verdad; se echó de menos al principio. Ahora ya, ni se notaba. Eso sí, en las calles ya no había rastros de su paso pero, ¿es que las manchas de aceite son más fáciles de quitar?.
Acabó do barrer. Cogió la bolsa y se fué al Supermercado. Más barato, más cómodo que ir do tienda en tienda, y, más moderno, claro. Las viejas tiendas desaparecieron al no poder con la competencia. Sólo algún cartel publicitario recordaba, polvoriento pendiendo de alguna fachada, que allí hubo un día un establecimiento de venta.
Al pasar por el Palacio le dió un pinchazo el corazón. Eso si que ninguno había comprendido. Muy bien que fuese Monumento Nacional y todo eso, pero, se puso de moda y ... !ahora tenían que pagar para entrar hasta los del pueblo!. Parecía que nos habían quitado algo propio.
A lo lejos, el río, canalizado, va haciendo prosperar los campos. Aún recuerdo cuando los niños iban a bañarse y a coger peces. Ahora es imposible. Ni un pez se arriesga en el cemento. Hasta las ranas extrañan su habitat de antaño. Para bañarse tienen unas hermosas piscinas. Eso sí, cuando hay agua, ya que el problema, se va acentuando cada día más.
La sierra y los montes más cercanos, miran al pueblo a través del humo de la fábrica. Muchas personas trabajan en ella pero tosen mucho, y no sé que dicen de gases y cosas así.
- ¿Vienes a San Pedro Mártir?
María se vuelve al oir a una amiga.
- !Ah, holal. No te había visto. ¿por qué dices aún "San Pedro Mártir? ¿No sabes quo es la Concentración Escolar?.
- Chica, para, mí siempre será la "plaza del frontón", aunque ya no haya plaza.
Un camión de cerdos va camino del matadero. Dicen que este año el precio del jamón va a estar por las nubes. Los autobuses de las cuatro líneas principales anuncian su salida y la campana de la fábrica llama a los obreros.El ruido de los coches de los retrasados se pierde en el último recodo de la amplia carretera.
Me pongo triste, casi tan triste como las personas de Igea. A mí también me gustaba más como antes, a pesar de todos los pesares. En momentos así, no los envidio por ser personas, preficro ser lo que soy, una HORMIGA. Mi hormiguero sigue siendo el mismo, aunque el cemento os más duro de excavar que la tierra. Mis tareas no han cambiado, y, para mí, el trigo sigue siendo trigo y yo, sigo siendo hormiga..
A.MBAR.