El Acebo ((Ilex aquifolium) ) es un árbol de madera dura, con hojas muy parecidas a las de las carrascas pero con un brillo verdoso más intenso, bordes pinchudos y de mayor tamaño. Puede llegar a medir unos veinte metros de altura y vivir siglos. Suele florecer en abril y los frutos estarán listos a finales y principios de año. Los machos tienen unos frutos en forma de bayas rojas en racimitos de dos o tres bolitas que las hembras no tienen.
Ha sido talado en muchos sitios y hoy está protegido por su escasez. Antiguamente se le sangraba para obtener la liga de acebo para cazar pájaros. En nuestra zona, apenas hay tres matas o arbustos de unos tres metros de altura en la umbría del Cántaro y en el Alto Sicilia de nuestra querida sierra de Alcarama ( Palabra de origen árabe que significa tierras altas )
Es un árbol que todo conocemos porque ha sido utilizado en todas las ornamentaciones navideñas. El dibujo de sus hojas y frutos acompañados de campanas se sigue utilizando como adorno.
Este árbol da cobijo a muchos animales del bosque además de alimento con sus hojas. Sus frutos son tóxicos para el hombre.
El acebal más grande del Sistema Central se encuentra en el municipio segoviano de Prádena.
La medicina natural tradicional ha empleado el acebo desde muy antiguo. Sus propiedades derivan de la presencia en sus hojas de ilicina (ilixantina), ácido cafetánico, dextrosa, goma, cera y otras sustancias en menor cantidad.
La infusión de las hojas cocidas se usaba como diurético y como laxante. Los frutos son purgantes y, en mayores dosis, un vomitivo enérgico (de uso muy peligroso para niños). Asimismo, la maceración en vino, de las hojas cortadas en pedacitos, servía como tonificante.