Hasta siempre, Raúl

EDITORIAL
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Alguién dijo que los elogios a la persona fallecida son pura vanidad de quien los redacta. Utilizar frases gastadas y reconocimientos tardíos que unos u otros interpretarán de maneras distinas... Seguramente algo hay de eso.


Es verdad que el ser humano tiene fecha de caducidad desde el momento en el que nace, pero no pensamos en ello hasta vivir estas penosas situaciones.  Y es que con gran tristeza y sorpresa me enteré hoy al despertar y a través de las redes sociales (vaya tiempos estos...) del repentino fallecimiento de Raúl Sanz. Poco puedo explicar de él que la comunidad no sepa mejor que yo, por supuesto. Sólo lo conviví estos últimos dos años y medio de su vida, pero en ese escaso margen de tiempo, me abrió (él su esposa Laura), las puertas de su casa ofreciéndome ayuda en mis proyectos. Y sin pedir nada a cambio, siempre en el anonimato. 

Conocí a un Raúl generoso y solidario. Siempre dispuesto a ayudar a los demás, con una gran pasión por Igea y los negocios (Por este orden) y un espíritu emprendedor e innovador fuera de lo común. "Las primeras manzanas que cosechamos las vendimos en Alicante. Eran más caras que otras... al año siguiente, vinieron a por más", me contó.


Cada muerte tiene un sentimiento diferente para los que se quedan.Tenía Raúl fans y detractores (¿Qué empresario no los tiene?) pero seguro que también el respeto y admiración de todos los que lo conocieron. 

Su fallecimiento deja un gran vacío en la comunidad, pero su legado perdurará en la memoria de todos aquellos que lo conocieron.  Descansa en paz, Raúl, y gracias por todo lo que hiciste (O intentaste hacer...)  por Igea, allí donde estés, seguro que continuarás tu labor.

Igea en shock por la repentina muerte de Raúl Sanz

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