La escolopendra (Scolopendra cingulata) es una especie de miriápodo quilópodo de la familia Scolopendridae. Son similares a los litobiomorfos, también conocidos como ciempiés, de los cuales se diferencian por poseer de 21 a 23 pares de patas. Se caracterizan por tener un tronco segmentado con entre 21 y 23 pares de patas y su longitud puede variar desde los 15 mm hasta los 30 cm.
Su coloración varía desde el amarillo hasta tonos marrones o anaranjados, con bandas oscuras a lo largo del cuerpo. Estas bandas a menudo son de un marrón oscuro o negro, lo que le da un aspecto distintivo. En Igea (Y en el resto de España) moran en lugares oscuros, abrigados y pedregosos. Puede tener gran actividad nocturna, descansando durante el día en huecos rocosos.
Los ejemplares juveniles son de color rojo muy oscuro o negro, muy delgados, con una cabeza esférica grande y roja. Mudan varias veces hasta llegar a la edad adulta. Presenta tenazas, que son patas modificadas llamadas forcípulas que se curvan bajo su cabeza y puede inocular veneno en su presa.
Son depredadores que cazan y se alimentan de grandes invertebrados terrestres como arañas, cucarachas, grillos, saltamontes, escarabajos, babosas y caracoles, también cazan ratones y pequeñas lagartijas.
La picadura de una escolopendra puede ser extremadamente dolorosa y, en algunos casos, puede provocar reacciones alérgicas severas. Los síntomas comunes incluyen hinchazón, enrojecimiento y fiebre. En casos extremos, puede llevar a dificultades respiratorias y shock anafiláctico.
En caso de picadura, se debe limpiar la herida con agua y jabón, aplicar hielo para reducir la inflamación y buscar atención médica inmediata si se presentan síntomas graves. Para el control de escolopendras en el hogar, se pueden utilizar métodos naturales, como la introducción de depredadores naturales, o recurrir a insecticidas específicos.