La semana ha comenzado con una notable calidez en La Rioja, sorprendiendo a los habitantes de la región con temperaturas que han alcanzado niveles inusuales para esta época del año. Según los registros, se ha observado una anomalía térmica que oscila entre los 5 y 8 grados por encima de lo normal, un fenómeno que invita a reflexionar sobre el impacto del cambio climático en el clima local.
La capital riojana ha marcado un hito al registrar 24,7 grados, superando así el récord de la jornada. Rincón de Soto ha seguido de cerca este fenómeno, alcanzando los 24,6 grados, mientras que Igea también ha experimentado un día cálido, con temperaturas que rozaron ayer los 22 grados. Estos valores no solo son inusuales para la primavera, sino que también plantean interrogantes sobre las tendencias climáticas en la región.
En un contexto donde el calentamiento global se hace cada vez más palpable, estos registros térmicos nos recuerdan la necesidad de prestar atención a los patrones climáticos que están cambiando. La comunidad científica ha alertado sobre la creciente frecuencia de anomalías térmicas, que no solo afectan la salud pública, sino también la agricultura y los ecosistemas locales.
En medio de este panorama de calor, los embalses riojanos se encuentran en una situación favorable, a pesar de haber perdido 1,4 hectómetros cúbicos durante la última semana. Según los datos de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), los tres pantanos de la región acumulan actualmente 126,4 hectómetros cúbicos, lo que representa un 93% de su capacidad total de 135,8 hectómetros cúbicos. Esta cifra es un indicativo positivo, considerando que la misma semana del año anterior, los embalses contaban con 5.692 hectómetros cúbicos, correspondientes al 73% de su capacidad total.
Sin embargo, al analizar el promedio de los últimos cinco años (2020-2024), se observa que la capacidad de los embalses se ha mantenido en un 73%, con 5.665 hectómetros cúbicos, lo que sugiere que, aunque la situación actual de los embalses es favorable, la tendencia a largo plazo puede estar sujeta a las variaciones climáticas.
La combinación de temperaturas inusualmente altas y un nivel de embalses casi lleno plantea una serie de desafíos y oportunidades para La Rioja. Por un lado, el calor puede afectar la agricultura, obligando a los agricultores a adaptar sus prácticas y a estar más atentos a las necesidades de riego. Por otro lado, un buen nivel de agua en los embalses puede ser crucial para hacer frente a periodos de sequía en el futuro.