Cuarenta años excavando sueños:

Igea vuelve a la carga con la campaña Garras

Semana de pinceles y escayola
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Por fin llega julio y, con él, la mejor “temporada de caza” para los amantes de los fósiles riojanos. Cuatro décadas después de que un pequeñín llamado Hypsilophodon saliera a la luz en el yacimiento de Monte QuemadoIgea vuelve a afilar sus pinceles y cinceles para desenterrar a otro vecino mesozoico—esta vez, un auténtico coloso.


De aquel “bicho” de dos metros a un ornitópodo XXL

Allá por el verano de 1985, encontrar un esqueleto de dinosaurio en La Rioja sonaba a ciencia ficción. Sin embargo, el hallazgo de aquel modesto herbívoro marcó un antes y un después: puso a Igea en el mapa paleontológico y despertó vocaciones científicas que hoy siguen dando guerra.

Ahora, el equipo Garras cambia las coordenadas a un nuevo punto caliente 'Las Cerradas' para perseguir las huellas de un ornitópodo que, según las primeras mediciones, podría haber superado los 10 metros de largo y las tres toneladas. Si las estimaciones se confirman, hablaríamos del “abuelete” ornitópodo más robusto jamás localizado en tierras riojanas.


Garras



¿Cómo se fosiliza un dinosaurio (y cómo llega a nuestra vitrina)?

Para que esos huesos nos guiñen el ojo 120 millones de años después tiene que alinearse un pequeño milagro geológico:

  1. Muerte en el sitio adecuado. Nuestro protagonista acabó sus días junto a un lago prehistórico.
  2. Entierro express. Una tormenta o una crecida arrastró lodo y arena, tapándolo casi al instante. Sin oxígeno que acelerara la descomposición, los tejidos blandos se fueron, pero los huesos aguantaron el tipo.
  3. Paciencia a granel. Durante millones de años, minerales sustituyeron poco a poco la materia orgánica—un proceso llamado permineralización—hasta “petrificar” el esqueleto.
  4. Olor a ciencia fresca. Finalmente, erosión y curiosidad humana hacen el resto: el equipo detecta restos, delimita el yacimiento y… ¡a excavar!


Ciencia, pueblo y turismo: un “tres en raya” que funciona

La excavación que arranca este viernes 4 de julio va mucho más allá de levantar piedras. Forma parte de un proyecto que engancha a paleontólogos profesionales, estudiantes y vecinos en un mismo baile: investigar, divulgar y dar vida económica a la zona.


Equipo garras2


Un motor de futuro… y de presente

Lejos de ser un capricho estival, la paleontología ha demostrado ser un filón social y económico para la comarca: crea empleo cualificado, llena casas rurales, anima a abrir negocios de hostelería y, sobre todo, refuerza el orgullo de pertenencia a un territorio con historia bajo sus pies.

Mientras la cuadrilla Garras se enfunda los guantes para este nuevo reto, los más pequeños del pueblo ya sueñan con encontrar el próximo hueso. Y quién sabe: quizá dentro de otros cuarenta años celebremos no solo el “cumple” de aquel Hypsilophodon, sino también el jubileo del gran ornitópodo que está a punto de ver la luz.

Porque en Igea, cada verano, la tierra habla… y los dinosaurios todavía tienen muchas historias que contar.

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