PALEONTOLOGÍA

Segundo día en Garras: del “¿será una piedra?” al “¡es una costilla!”

Cuando la ciencia ve donde otros no
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Si ayer simplemente abríamos la carpa y buscábamos sombra, hoy el campamento de Garras en Las Cerradas se ha estirado como una acordeón. Ha llegado más equipamiento para limpiar muestras, una cuba de agua  y, cómo no, más voluntarios para la excavación. Cada metro que se añade significa más posibilidades de toparse con esos pequeños tesoros que el terreno lleva guardando millones de años.


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Y tesoros, poco a poco, van apareciendo. Entre paladas y brochas van apareciendo esquirlas de caparazones de tortuga, escamas de peces que todavía brillan cuando les da el sol, un diente que parece de  cocodrilo… Nada muy vistoso para el ojo no entrenado, pero suficiente para que el equipo se ponga a dar palmas.

La primera joya de la mañana, sin embargo, llega justo cuando el sol empieza a picar: un fragmento de costilla. A simple vista parece una piedra más, pero al rascarle un poco de polvo asoma la textura típica del hueso fosilizado. Y empieza el jaleo:

LC5 es la costilla de Joseba”, cantó uno de los veteranos mientras clavaba la chincheta azul que marca el punto exacto.
“Estamos encantados, porque poco a poco ese puzle se va montando… ¡nos faltan menos piezas!”, celebra el responsable de restauración unos minutos después.

La escena se repite otra vez durante la jornada: alguien levanta una laja, otro se asoma por encima del hombro y, en cuestión de segundos, lo que parecía un pedrusco se etiqueta, se fotografía y se protege. Donde cualquiera de nosotros ve tierra y piedras, estas mujeres, niños y hombres visualizan huesos, historias y bichos enteros.


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De piezas sueltas a contexto fósil

Hasta ahora abundaban los restos sueltos casi en superficie, probablemente arrastrados por la erosión. Pero estos hallazgos  cambian un poco las reglas del juego porque, como explica uno de las investigadores:

Es buena noticia encontrar ya el origen dentro del nivel fosilífero de esos huesos que aparecían revueltos arriba”.

En cristiano: ya tenemos claro de dónde vienen las piezas, así que cada nuevo fragmento se podrá recolocar con mucho más sentido. El campamento se ampliará otra línea de cuadrículas (más cuerda, más estacas) para seguir el rastro de la costilla LC5 y ver si asoma el resto del esqueleto.

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Lo que viene

La moral sube, el cuaderno de campo empieza a parecer un cómic de por los dibujitos y flechas, y el run-run de la conversación es siempre el mismo: “¿Y si mañana sacamos la coraza completa de la tortuga?” O “¿Te imaginas que la costilla sea de algo más grande de lo que pensamos?” Nadie se atreve a decirlo en voz alta, no sea que el yacimiento se enfade y deje de soltar regalos.


De momento, toca seguir con el pico de dental, la brocha, el destornillador y mucha, mucha paciencia. Porque en Garras el segundo día ya ha demostrado que cualquier piedra tiene la sana costumbre de convertirse en fósil cuando la mira un científico. Y eso, amigos, promete un tercer día todavía más movido.


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©  2025 Ricard Fadrique

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