Eduardo Sáenz de Cabezón se une al Equipo Garras en plena fiebre fósil riojana
Ni el sol, que hoy volvió a caldear, aunque menos, desde primera hora, logró apagar el entusiasmo del Equipo Garras 2025. Tras la sorpresa vespertina de ayer, un diente de terópodo que aún hace brillar los ojos de todo el campamento, la cuadrilla regresó a la trinchera con el ánimo en modo “¡más hueso, por favor!”.
La paciencia volvió a tener recompensa justo cuando las sombras empezaban a alargarse: seis fragmentos con la inconfundible señal de una costilla dinosauriana. Por ahora hablamos de “probable costilla” porque el laboratorio mandará, pero el gesto cómplice entre los preparadores deja poco espacio a la duda. Habrá que esperar a que los yesos despidan su último grano de arena para cantar victoria , aunque ya se oyen apuestas sobre si pertenecerá al mismo terópodo del diente.
La jornada de hoy martes contó con un contingente de jóvenes voluntarios diestros en esto de la brocha de maquillaje y el punzón dental, que se dejaron la piel cribando sedimentos. Por la tarde se sumó nada menos que Eduardo Sáenz de Cabezón, matemático, teólogo, profesor de Lenguajes y Sistemas Informáticos en la Universidad de La Rioja y, para la gente de a pie, “el de Derivando y Órbita Laika”.
El director de la excavación (Pachi Sáez Benito) guio al invitado al Centro de Interpretación Paleontológica de La Rioja, en Igea. Allí, entre maquetas, icnitas legendarias, mapas de antiguos cauces fluviales y demás, vino la guinda: una demostración de realidad virtual que dejó a más de uno agachado al paso de un Rex digital tamaño real. Sáenz de Cabezón, que de números sabe pero de reptiles mesozoicos no anda corto, se permitió lanzar un par de exclamaciones que encajaron como guante en el brillante morro del saurio recreado.
Mañana, madrugón y emoción extra: Eduardo se vestirá de “garrero” oficial y se unirá a la cuadrícula para sentir el “clic” único que suena cuando la espátula tropieza con fósil. Si la fortuna sigue el ritmo de las últimas 48 horas, quizá tengamos noticia de un esqueleto más completo de lo que el equipo se atrevía a soñar cuando montó el toldo hace 4 días.
Entre tanto, el campamento descansa, las costillas (las humanas, esta vez) piden ibuprofeno y las nuevas piezas duermen en sus caparazones de escayola, rumbo al laboratorio. Mañana miércoles seguimos narrando. Porque aquí, en Las Cerradas, cada capa de arcilla guarda una historia… y parece que este verano ha decidido contárnosla poco a poco...
© 2025 Ricard Fadrique
