Igea, jueves 10 de julio de 2025, el calor aprieta en el yacimiento de Las Cerradas, donde los termómetros rondan los 36 °C, pero el Grupo Garras no afloja el ritmo: su objetivo es rescatar los huesos de un ornitópodo que podría superar los diez metros de largo, el mayor hallado hasta ahora en la región.
Maniobras “quirúrgicas” sobre el terreno
Por la mañana Carlos mostraba uno de los bloques recién exhumados:
“Tenemos aquí el bloque con los restos de fósiles que hemos encontrado y, como es material muy frágil, lo hemos envuelto en escayola. Tras rebajarlo todo, lo hemos preparado para seccionarlo y así colocar una tabla, voltearlo y cargarlo sin partir nada.”
La escena recuerda más a un quirófano que a una zanja: martillos, destornilladores, cinceles o pinceles finos y una coreografía precisa para que cada fragmento salga entero. El sudor corre, pero también la adrenalina: cada golpe puede ser el que revele una vértebra de hace 120 millones de años.
De la “momia” al laboratorio
Una vez que el bloque queda asegurado, entra en juego Alba (entre otros, claro...), que resume el plan de trabajo en la carpa de campaña:
“Cuando sacamos las momias, así llamamos a las envolturas de escayola o espuma, las almacenamos en el Centro de Interpretación y revisamos las siglas, las fotos y el cuadro de campo. Después, en laboratorio, vamos retirando la matriz con vibroincisores, consolidando el hueso con resinas acrílicas… y eso puede llevar meses.”
Paciencia es la palabra clave: cada capa de arenisca se quita grano a grano para dejar libre la superficie ósea y, si hace falta, se refuerza con resina diluida “a bajo porcentaje” para que penetre sin alterar la pieza. Un trabajo de orfebrería que empieza en esta ladera reseca y terminará, con suerte, en una vitrina.
Visitas ilustres y “merchandising” jurásico
Hoy, además, el campamento recibió refuerzos didácticos: los profesores Jesús Bacaicoa y Mabel, docentes en Navarrra. Los colegas del director de la excavación, Pachi Sáez Benito, se estrenan como voluntarios entre palas y pinceles:
“Esto es súper chulo… Estoy aprendiendo un montón y luego, estar aquí con esta gente que sabe tanto, es una oportunidad importante”, confesaba Mabel, mientras Jesús 'presumía' de ser el “diseñador de camisetas” oficial del equipo Garras.
Su experiencia jurásica contada “con lenguaje de profe”, prometen acercar la ciencia a las aulas riojanas el próximo curso.
Qué se busca y por qué importa
Los indicios apuntan a un ornitópodo del Cretácico Inferior, posiblemente un Iguanodóntido de más de tres toneladas cuyos primeros restos aparecieron dispersos en campañas anteriores. Recuperar un esqueleto parcial permitiría: afinar la clasificación de los grandes herbívoros ibéricos; comparar su crecimiento con el de parientes hallados en Teruel o Portugal y fortalecer la candidatura de Igea como “capital riojana del Mesozoico”.
La campaña, abierta a visitas guiadas hasta el 12 de julio, combina investigación, divulgación y turismo científico.
Mientras el sol cae a plomo y las chicharras toman el relevo del martillo, el equipo de Garras sella el último bloque del día. El polvo de escayola se mezcla con el tacto áspero de la roca, y en el ambiente flota la misma pregunta que trajo a Garras hasta aquí: ¿cuánto del gigante de Las Cerradas saldrá a la luz antes de que acabe la semana?
Por ahora, la respuesta duerme bajo capas de yeso… y unos cuantos litros de agua bien fresca.
© 2025 Ricard Fadrique