Todo comenzó un viernes, el 4 de julio, como quien dice con el coche aún caliente y los nervios de estrenar campaña. El equipo de GARRAS 2025 se plantó en el yacimiento de Las Cerradas, en Igea, con la ilusión intacta y una excavadora lista para hacer su trabajo. Tocaba revisar los caminos, colocar la maquinaria y cruzar los dedos para que los fósiles no se hicieran mucho de rogar.
La suerte, dicen, también excava. Y el sábado, solo un día después de arrancar, el equipo tuvo su primer respiro: apareció el nivel fosilífero. “Encontrarlo tan pronto siempre da tranquilidad, porque es un momento crítico. Si no das con él a tiempo, la excavación se complica”, confiesa Pachi Sáez-Benito, director de la campaña.
En esta edición, Las Cerradas ha demostrado ser un yacimiento más complicado que otros, pero eso no ha quitado valor a los hallazgos. Entre el polvo y las herramientas, emergieron huesos de un gran ornitópodo y, como quien no quiere la cosa, restos de al menos dos pero todos distintos. También salieron varias vértebras que están aún por clasificar. “El material no ha sido abundante, pero sí muy interesante”, asegura Xabier Pereda, doctor en Ciencias Geológicas.
Eso sí, las comparaciones con campañas pasadas son inevitables, sobre todo con Virgen del Villar 2, un yacimiento que se ha ganado a pulso el título de “la excavación de una vida”. Allí apareció de todo: piezas bien conservadas, en cantidad, y con un valor patrimonial difícil de igualar. “Superar eso es prácticamente una quimera. Dudo que alguno de nosotros vuelva a tener una excavación así”, admite Sáez-Benito con una mezcla de orgullo y resignación.
La campaña de este año, aunque más modesta, deja buenas sensaciones. Las expectativas, dicen, se han cumplido. Y como aún quedan fósiles bajo tierra, el yacimiento se ha protegido con un geotextil, una especie de sábana para geólogos que cubre y señala la zona excavada, para poder volver cuando toque. ¿Será el año que viene? No se sabe. Lo que está claro es que Las Cerradas seguirá dando de qué hablar.
No todo han sido fósiles y pinceles. También ha habido bromas, planes desbaratados por la lluvia, quejas sobre la previsión del tiempo, “hay veces que parece que tiran una moneda al aire”, decía uno de los voluntarios.
Y entre hueso y hueso, con lluvia o con sol, con piezas completas o vértebras por clasificar, GARRAS 2025 cierra su campaña con la cabeza alta. Porque excavar no es solo descubrir, también es documentar, proteger y preparar el terreno para que otros, tal vez dentro de un año, vuelvan a hacer hablar a las piedras.
Así se cierra la campaña de Garras 2025: sin récords de tonelaje, pero con la satisfacción de haber arrancado piezas valiosas a un suelo cabezota, de haberlas documentado hasta el último grano de arena y de haber tejido, una vez más, esa mezcla de ciencia, camaradería y anécdotas pasadas por barro que hace de cada excavación un verano inolvidable. Porque excavar, al fin y al cabo, no es solo rescatar huesos de dinosaurio: es dejar listo el escenario para que, cuando vuelva a levantarse el telón de Las Cerradas, quien tome el relevo pueda seguir preguntando cosas nuevas al mismo viejo suelo.