Mientras medio país se prepara para un fin de semana de cielos tranquilos y calor creciente, en Igea el guion se escribe con tinta propia. Hoy, jueves 24 de julio de 2025, el termómetro se queda corto: 21 ºC de máxima y apenas 12 ºC de mínima, una cifra que obliga a rescatar la chaqueta ligera al amanecer. El cielo aparece nuboso, con ese viento del noroeste y norte soplando con brío moderado que enfría el ambiente y deja abierta la puerta a alguna llovizna aislada, más probable en las zonas del Ibérico, pero sin descartar salpicaduras en el resto del municipio.
La foto grande del tiempo en España habla de estabilidad: desde el viernes la atmósfera se ha serenado y las precipitaciones se harán de rogar salvo en el extremo norte, donde aún pueden caer cuatro gotas, y en Baleares, donde algún chubasco siempre es posible. Con el cielo calmado, las temperaturas repuntan y se “normalizan”: en Extremadura y Andalucía se moverán entre 36 y 38 ºC, y el domingo muchas comarcas del nordeste, el centro y el sur superarán los 35 ºC, con picos de 38-40 ºC otra vez en el suroeste peninsular. Todo apunta a que el ascenso continuará a comienzos de la próxima semana.
En contraste, Igea encara el fin de semana con un ritmo más templado. El viernes las cifras oscilarán en torno a 24 ºC de máxima y 12 ºC de mínima, y a partir de ahí el mercurio remontará poco a poco durante el día, mientras las noches seguirán frescas, de manta fina y ventana entornada. Es el premio de una localidad que, aun dentro del mismo parte riojano, mantiene su propio pulso térmico: días suaves para pasear sin achicharrarse y madrugadas que invitan a respirar hondo sin bochorno.
Lejos, en Canarias, los alisios han estado soplando con ganas, dejando nubes y lloviznas en los nortes más montañosos y cielos más abiertos al sur. Pero de cara al fin de semana también allí se suavizará el viento y subirán las temperaturas, confirmando que el calor veraniego quiere quedarse. En Igea, entretanto, el verano se vive con calma: ni extremos sofocantes ni lluvias serias, solo ese tira y afloja entre el sol diurno y la frescura nocturna que convierte al pueblo en un pequeño oasis dentro del mapa meteorológico nacional.