Ni la lluvia quiso perderse las XXII Jornadas Micológicas de Igea. Aunque el agua cayó con ganas el sábado, tanto que hubo que suspender el encierro previsto, el pueblo volvió a demostrar que cuando se trata de juntarse y disfrutar.
En Igea, cuando llega octubre, ya se huele en el aire ese aroma de las setas recién cogidas, los pinchos deliciosos y el buen vino riojano.