El Trabajo de Fin de Grado del geólogo Julen Martínez, ofrece novedades sobre dos nuevos tipos de reptiles voladores (pterosaurios) que habrían vivido hace 120 millones de años, cuando el entorno de Igea era un lago.
“En algunos casos eran tan fascinantes, temibles y majestuosos como los dinosaurios, pero tuvieron un importante distintivo: podían volar, siendo los primeros vertebrados en desarrollar el vuelo activo”, explica Julen en su trabajo. “Tenían huesos huecos (como las aves y algunos dinosaurios), una capa aislante semejante a una mezcla de pelo y plumas y se caracterizaban por tener un cuarto dedo manual hipertrofiado y un hueso exclusivo con el que portaban y manipulaban sus alas”.
El geólogo se ha basado en los restos fósiles aislados inéditos del Centro de Interpretación Paleontológica de La Rioja en Igea recuperados por el equipo de GARRAS para conocer mejor el papel que tuvieron estos animales en los ecosistemas ibéricos. “Hasta ahora, de toda La Rioja solo se había descrito una especie de reptil volador, que se alimentaría de animales duros, como los moluscos; pero ahora se puede sugerir la presencia de dos tipos adicionales de pterosaurios, uno que depredaría peces y otro que se nutriría probablemente de invertebrados lacustres, con envergaduras de 2 y 1,5 metros respectivamente”.
La fragilidad de los huesos encontrados ha dificultado su conservación. Pese a ello, Julen ha podido trabajar en un fragmento de mandíbula, restos postcraneales alargados de falanges alares o 17 dientes fósiles de que habrían pertenecido a pterosaurios ornitoqueiriformes, cuya dentición sería ideal para alimentarse de peces. Uno de los dientes es aplanado, ligeramente curvado, liso y subtriangular. “Este diente pertenecería a pterosaurios istiodactiliformes, reptiles voladores carnívoros, entre los que habría géneros que se alimentarían de carroña y otros, como este particular, que comerían pequeños vertebrados como crustáceos. Para propiciar el vuelo sus huesos eran huecos y frágiles, lo que causaría que se aplastasen o rompieran con gran facilidad. Esto hace que los restos de pterosaurio supongan hallazgos poco comunes y que, a menudo, el material estudiado esté muy alterado, fragmentado o pobremente conservado”.
El estudio continúa.