Quién les iba a decir a Jenny y Valeska cuando salieron de su Nicaragua natal que, a más de 8.500 km, encontrarían un lugar llamado Igea al que ahora llamar hogar. Ambas emigraron des de su Nicaragua natal dejando atrás a familiares e hijos, en busca de una vida mejor para ellos. Jenny llegó a Igea con el deseo de brindar una mejor educación y oportunidades a sus hijos de 9 y 5 años. Una idea que la impulsó a tomar la difícil decisión de dejarlos en Nicaragua. A pesar de la distancia, esta joven de 30 años encontró consuelo en el deseo de que su sacrificio valdría la pena en el futuro.
Valeska (32 años), por su parte, también dejó a sus dos hijos de 12 y 9 años en su país de origen. Su motivación para emigrar fue idéntica a la de su amiga, brindarles una vida mejor. Ambas comenzaron cuidando abuelos en Igea y, hoy por hoy, trabajan en dos de los tres bares del pueblo. Jenny en el Centro Social y Valesca en el Avenida. "Estoy súper a gusto y súper contenta en Igea. Me siento muy agradecida con las personas que me contrataron, primero como cuidadora y ahora, en el C.S.I. (Centro Social) tengo más tiempo para mí y me encuentro como en casa.", afirma Jenny. El recorrido de Valeska es muy similar ya que, tras cuidar durante casi tres años a un mayor, ahora se siente "muy agradecida" por tener un trabajo estable en el Bar Avenida.
Ambas mujeres se encontraron en este pueblo de La Rioja y, unidas por sus historias de sacrificio y esperanza, compartieron sus experiencias y se convirtieron en un apoyo fundamental para enfrentar la soledad de vivir lejos de sus seres queridos.
En Igea, estas dos chicas nicaragüenses han encontrado una comunidad acogedora que les ha brindado apoyo y amistad. Han aprendido a adaptarse a una cultura y un estilo de vida diferentes. "Adaptarme no fue muy difícil gracias a las personas que he encontrado, la gente ha sido muy amable. A pesar de que hablamos el mismo idioma, nuestra 'jerga' es un poco diferente pero pronto te acostumbras", explica Valeska.
A pesar de las dificultades y la nostalgia que las acompaña a diario, Jenny y Valeska se mantienen firmes en su decisión de trabajar arduamente para construir un futuro mejor para sus hijos. Para ellas, el bienestar y la felicidad de sus pequeños son su mayor motivación. "Tengo planes de quedarme a largo plazo y en un futiuro, que espero no sea muy lejano, traerme a mis dos hijos que es lo que mas anhelo en esta vida. Como madre es lo más difícil. Hace unos días cumplió mi hija nueve años y no pude estar con ella, es lo que más me duele", explica Valeska entre lágrimas mientras Jenny asiente con la cabeza. No es para menos ya que ambas comparten el mismo objetivo. "Ahora, gracias a la tecnología, podemos comunicarnos con nuestros seres queridos por videoconferencia, pero, claro, no es lo mismo ya que no podemos darles un beso o un abrazo... sin duda es lo más difícil" , asegura melancóloca Jenny quién aconseja tener "una mente positiva porque los cambios en nuestras vidas son importantísimos y tenemos que ser conscientes de que todo lo que hacemos es para darles una mejor vida a nuestra familia. Por eso tenemos que llenarnos de mucha fuerza y ánimo y salir adelante cada día. Te levantas cada mañana y sabes que estás muy lejos de tu familia pero sabes que es para darles una mejor vida a ellos".
La historia de Jenny y Valeska refleja la realidad de muchos inmigrantes que han dejado su tierra natal en busca de oportunidades. Su valentía y determinación son un ejemplo de resiliencia que nos recuerda el poder del amor y la esperanza en medio de la adversidad. "Los cambios son muy duros pero la recompensa final es muy gratificante", declara Valeska por eso aconseja a las personas en su misma situación "que no se rindan, que luchen por lo que más quieran y porque esa meta que tuvimos cuando salimos de nuestro país siempre esté presente y que no nos invada la depresión. Si somos capaces de soñarlo, somo capaces de crearlo", sentencia.
Jenny y Valeska representan la lucha y la perseverancia de tantas personas que, como ellas, han dejado todo en busca de una vida mejor. Su historia es un recordatorio de la importancia de proteger y valorar los sueños de quienes buscan un mejor futuro, y el impacto que tienen en nuestras comunidades. "Igea nos tiene para rato", proclaman Jenny y Valeska.