Paseando con Pedro Sáez-Benito Abad

El árbol de hierro

Senderos de Árboles singulares (nº1)
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    Paralelamente a los innumerables “Senderos del agua” existentes en Igea, con este artículo iniciamos otro Sendero, el de los Árboles singulares, aquellos que destacan por su porte, edad, ubicación, etc. La mayoría son olivos plantados por labriegos igeanos que nos precedieron, pero también hay encinas preciosas, bosquetes de roble,…

    En este primer recorrido arbóreo vamos a conocer un olivo muy singular por su gran tamaño, es un árbol gigante, por su antigüedad, tiene varios siglos de vida, y por su emplazamiento (está muy próximo a Igea).

          

B


Iniciamos nuestro sendero desde el pueblo en dirección al Puente de piedra sobre el río Linares, dejamos las ruinas del viejo molino a nuestra izquierda y cogemos el camino de Cabeza La Serna en dirección Este paseando tranquilamente y dando placer a nuestros sentidos al contemplar las huertas de La Serna a nuestra derecha y el humilde y apiñado caserío de Igea, que se queda “acomplejado” ante el lujo y magnitud del gran Palacio construido hace 300 años por un paisano nuestro, el “Indiano” Don Juan José Ovejas. Al llegar al aprisco que alberga el gran rebaño de cabras del Sote, se observa en su plenitud el monte Alcarama y todas sus estribaciones. Enseguida, tras bajar una suave cuesta, llegaremos al barranco de Valdesotillo (el de la Fuente de Hierro), nada más  cruzarlo, dejamos el camino de La Serna y  giramos hacia la izquierda.  “Escalamos” unos bancales de olivos situados a la derecha, y pronto, el volumen de un árbol del lugar nos delatará el objetivo de este sendero, un olivo majestuoso al pie de una pequeña acequia que lo ha regado durante siglos, porque no hay ninguna duda, este árbol es gigante, centenario y con miles de arrobas de leña sobre su cecua, porque este humilde regacho le ha suministrado regularmente el agua que necesitaba, agua que nace en la Fuente de hierro y que contiene numerosas sales minerales disueltas en ella, entre las que domina el hierro que seguro ha contribuido a dar fuerza y vigor a este gran olivo, El Olivo de Hierro.

            El tronco es muy robusto, tiene más de un metro de diámetro. De él se bifurcan dos poderosas ramas en forma de V , éstas a su vez, lo van haciendo en otras menores hasta “casi llegar al cielo”. La gran cecua que bordea la base del tronco se hunde bajo tierra hasta llegar a una profundidad tan grande como el porte aéreo. Todo ello nos certifica, aunque no cuantifica, que estamos ante un ejemplar que ha cumplido varios siglos de vida. El hecho de que no se haya podado hace varias decenas de años, ha dado lugar a que este “Árbol de Hierro” haya alcanzado este porte tan señorial, sobresaliendo con arrogancia sobre todos sus vecinos.

           Al llegar al “Olivo de Hierro”, es inevitable contemplar unos metros más adelante un bancal de olivos fortificado con una pared de piedras descomunales. Si dejáramos volar nuestra imaginación, la primera piedra de la izquierda se asemejaría a una gota de agua, y la de su derecha, a la cabeza de un perro.


C

   Vale la pena detenerse unos momentos en este hermoso paraje y disfrutar de un paisaje precioso dentro del barranco de Valdesotillo: decenas de campos de olivos y almendros abancalados, un antiquísimo sistema de riego por gravedad nutrido por el agua de la Fuente de Hierro descrito en el Sendero del agua n.º 6 y constituido por dos acequias principales y numerosos brazaños que derivan del ellas, el bosque de pinos creado artificialmente por la mano del hombre a mediados del siglo XX,… Destaca sobremanera el sistema de bancales creados por nuestros ancestros hace siglos para evitar la erosión del suelo y aumentar la eficacia del riego por inundación. Estas terrazas escalan a veces pendientes imposibles a toda lógica gracias a paredes conformadas por miles de piedras paciente y perfectamente dispuestas una sobre otra y trabadas hábilmente con el barro del entorno por sucesivas generaciones de labradores. ¡Cuánto trabajaron nuestros viejos!. El abandono agrícola, el paso del tiempo y del ganado están rompiendo las paredes y toda una cultura del trabajo de la piedra, ¡qué pena!.

         Desandar el camino que nos ayudó a descubrir el Olivo de Hierro” es sumamente sencillo, sólo hay que volver a caminar un km y medio, la distancia que nos separa del centro del pueblo.


Pedro olivo



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LOCALIZACIÓN: https://maps.app.goo.gl/yzjMijfvVobA83udA

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