IGEANOS

Ángel 'El Sastre'. La aguja y el hilo de Igea

Costurero de afectos. La historia de Ángel Jiménez, un sastre que sigue enhebrando cariño.
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VÍDEOENTREVISTA


¿Qué igeano no ha vestido alguna vez una de sus confecciones? Bueno, sí, acaso las nuevas generaciones. Pero es que a lo largo de sus 93 años Ángel Jiménez Fadrique, 'El Sastre' ha cosido y descosido de todo en Igea. "Hasta sotanas". Por su aspecto nadie diría que su físico acumula nueve décadas. De hecho, cuando sube las escaleras de su casa para enseñarme su terraza, me cuesta seguirlo (Y yo tengo treinta años menos...). El hijo del molinero de Igea en los años 30-40,  recuerda como jugaba (y vivía) en el molino/trujal del otro lado del puente. "Ahora está derruido. Entonces lo llevaba mi padre y un hermano,  vivíamos dos años aquí y dos en el pueblo. Cuando tenía 12 o 13 años, nos fuimos a otro molino que estaba bajo la iglesia", explica. 

Es el pequeño de 13 hermanos aunque solo conoció a ocho. A pesar de su avanzada edad, su memoria es buena y los recuerdos afloran sin problema cuando le preguntas por su infancia. "Recuerdo cuando después de las nevadas en invierno teníamos que salir con las palas a abrir camino para poder llegar al pueblo desde el molino"Ángel revive "como si fuera ayer" sus años de escuela y admite, con una sonrisa, haber sido un niño muy miedoso. "Había una tapia que ahora es un edifício del Arévalo. Yo volvía andando a casa y creía que detrás de ella había alguien y siempre pasaba corriendo hasta que la salvaba".


SASTRE ENCIERRO

Ángel, durante un encierro las pasadas Fiestas de septiembre de2023


El Sastre inició su profesión casi por casualidad. "Salí de la escuela a los 13 o 14 años. En aquellos tiempos no estudiaba casi nadie... o nadie. Mi hermana tenía una tienda y venía un sastre por trabajo. Me preguntaron si quería aprender, accedí y me gustó. Compré una bicicleta y y bajaba a Fitero todos los días. Y así empecé. Trabajé mucho. Este es un oficio muy duro".  Quizás por eso sus hijos han tomado otros caminos en sus vidas. "Mis hijos veían lo que trabajábamos nosotros. Yo nunca los animé aunque todos saben coser", afirma.

Su rostro cambia el semblante  cuando recuerda a Villar, su mujer durante casi ocho décadas. "El 11 de junio hizo tres años que falleció. Era dos años mayor que yo." Y recuerda como se conocieron. "Donde ahora está la Farmacia vivía una maestra que se trajo una criada e hicimos una buena amistad... como vecinos. La maestra nos decía que hacíamos buena pareja. Tenía 16 años, cosas de chavales... y desde entonces seguimos".

A pesar de ser nonagenario este igeano lleva una vida activa. No es difícil verlo disfrutar en los encierros de las Fiestas, de tertulia en el bar o dando paseos por el pueblo. "El otro dia aún planté tomates en el huerto que tengo allí abajo. Lo malo es que son 40 peldaños de una escalera que tengo que subir" .

Luisa Pérez es su cuidadora y lleva más de cuatro años con él. La nicaragüense se ocupa de sus necesidades básicas. Pero "el abuelo", como le llama cariñosamente, se vale por sí mismo para hacer sus rutinas diarias. "Me levanto sobre las 9 y doy un paseo por el puente todos los dias durante un par de horas. Allí nos juntamos varios amigos. Luego, al atardecer, un rato al bar, y así paso los días", dice melancólico Ángel . "Yo era el más joven de mi familia, si... ya no queda nadie más que yo".


Web

Ángel, paseando del brazo de Luisa por la Calle Mayor de Igea.

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