Desde tiempos remotos, los labradores de Igea han construido decenas de presas, acequias, brazaños, hijuelas, pontigos (pequeños acueductos), minas (túneles), grandes y pequeñas balsas… que le permitieran conducir, regular y almacenar el agua que discurre con abundancia en los meses de invierno y primavera por el río Linares y su multitud de “contribuyentes” (arroyos y barrancos) para regar sus campos en los periodos de escasez.
En esta ruta vamos a conocer como se regula el agua del término del Rescasal, el que abarca los campos situados en los alrededores de la antigua fábrica de muebles HerSanz. Para ello, iremos desde el pueblo hasta el pantano de la Hoya de Gimileo. Al cruzar la presa de este gran embalse, a nuestra derecha, una lámina de 5 hectáreas de agua refleja las nubes y los rayos de sol en amaneceres y atardeceres de ensueño; a nuestra izquierda, un mar de viñedos llega más allá de la prominente ermita del Pilar.
Al final de la presa de tierra, tornaremos hacia la derecha bordeando el pantano hasta cruzar sobre el aliviadero. Tras subir una suave pendiente, llegaremos al “repartidor” de las abundantes aguas que conduce hasta este lugar la acequia de La Cabaña. Unos metros antes del gran canal encementado, dos olivos señoriales a nuestra izquierda nos servirán de referencia para iniciar la bajada hacia el arroyo del Reajo. Atravesamos unos bancales de viejos olivos sin cultivar y, sin darnos cuenta, nos encontraremos con un lugar mágico, donde surge el agua de forma espontánea en medio de una vegetación exuberante. Hemos hallado la “toma” de la acequia del Rescasal. Enormes piedras, bien trabadas con cemento, impiden que entre exceso de agua en la canalización durante las grandes avenidas del Reajo, a la vez que el anegamiento del inicio de la acequia por una torrentera situada justo encima. Una vez encaminada el agua en el inicio de la acequia, enseguida se esconde dentro de una tubería que la conducirá hasta la balsa del Rescasal por la margen izquierda del Reajo en un recorrido de unos 800 metros.
Toma de agua de la acequia del Rescasal
Unos momentos de sosiego en este lugar, donde el agua surge y desaparece en apenas 15 metros, seguro que nos ayudarán a reconfortar nuestros sentidos y nuestro espíritu. Subiremos de nuevo al bancal superior y caminaremos por campos de olivos y almendros, siempre encima y paralelos a la acequia y al Reajo, por su margen izquierda y en dirección al curso del agua, hasta subir de nuevo a la presa de Gimileo. A partir de este punto nuestra senda será la cresta rocosa que separa los frondosos viñedos de la izquierda y el valle del Reajo y el monte de Ulagoso a la derecha, por cuyas laderas trepan viejos olivos olvidados, que ni siquiera los 10 €/litro que vale el aceite de oliva en estos tiempos lograrán recultivar.
Caminando sobre este promontorio de rocas podemos observar como el monte está cada vez más poblado de coscojas, enebros, sabinas, romeros,…, gracias a la regeneración natural y espontánea de la vegetación. Grandes extensiones de matorral desbrozado por maquinaria adaptada a la pendiente de la sierra generan pastos frescos y abundantes todas las primaveras a los rebaños de ovejas Chamaritas de La Rioja Oriental y a los hermosos toros de Victor Navas. Los olivos y almendros antaño cultivados en los bancales situados en el fondo del valle se fusionan con el bosque de ribera formado por chopos, fresnos, cañas, juncos,…, del arroyo del Reajo, formando un conjunto de una singular belleza.
Cresta rocosa , Valle del Reajo y Monte de Ulagoso y Llegada del agua a la balsa
Al final de la loma rocosa, tras bajar una pequeña cuesta, un manantial artificial surge bajo nuestros pies, es el agua de la acequia del Rescasal que brota de la tubería que la ha transportado desde la presa del Reajo. Unos metros de canalización de cemento guían el agua hasta la balsa del Rescasal. Es pequeña y está hecha de tierra, un oasis en miniatura, ingeniería hidráulica antiquísima que sirve para acumular un pequeño caudal de agua en un volumen tal que hace que el riego sea posible y eficiente. En el fondo del embalse conviven armoniosamente el agua, las algas, las eneas, las ranas, insectos, … Un festival de colores y sonidos deleitan nuestros sentidos con el verde y sus múltiples tonalidades, así como el croar de las ranas, los zumbidos de los insectos, el canto de los pájaros, ... Es la simbiosis perfecta, el agua y la vida.
Balsa del Rescasal
Después del disfrute armonioso de este espacio natural, lo más bonito es volver a Igea por los campos del Rescasal que riegan las aguas almacenadas celosamente en esta balsa. Para ello, nos dirigimos hacia la ermita del Pilar primero y hacia el pueblo después.
LOCALIZACIONES:
Toma de la acequia del rescasal: https://maps.app.goo.gl/djzvRcTeEcvxszAC7
Balsa: https://maps.app.goo.gl/aSs2NbdEBv4vWT3k8