Paseando con Pedro Sáez-Benito Abad

Traida de aguas desde Fuente Morota

Senderos del agua. Ruta 9
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Continuamos nuestro viaje por las innumerables y vitales sendas del agua de nuestro pueblo. En un “sendero del agua” anterior describimos la primera traída del agua de la fuente de Hierro de Valdesotillo al casco urbano de Igea hace unos 100 años para consumo animal y doméstico. Se condujo el agua desde la fuente mediante una tubería de hierro hasta una arqueta cilíndrica, todavía existente en la loma del monte de La Horca, para desde allí llevar el agua ferruginosa hasta el depósito viejo,situado en la senda que sube a la ermita de Santa Ana, gracias a un gran sifón que sortea el río Linares bajo su lecho a la altura de la Iglesia. Desde el depósito el agua era reconducida hacia las fuentes y abrevaderos de la Placetilla, Pontarrón, Plazuela… Esta obra supuso un gran avance para todo el pueblo, pero las sufridas mujeres de la España rural en blanco y negro del primer tercio del siglo XX tuvieron que seguir porteando los cántaros de agua sobre sus cabezas y costados hasta las tinajas de las viviendas.


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Al cabo de los años el agua de la fuente de Hierro no era suficiente para abastecer a la población de Igea (unos 1.500 habitantes en los años 50). Para solucionar el problema las autoridades locales impulsaron la segunda “Traída” de agua desde un manantial más abundante, constante y de mayor calidad, pero desde un lugar más alejado, fuente Morota, situado al pié del arroyo del Reajo en la base de la cara norte de los montes que trepan escarpados hacia La Sierra. Esta fuente está a 5 kms del pueblo siguiendo el trazado de la carretera de Cornago, más arriba del santuario del Villar.


Para hacer la obra se construyó una gran arqueta/caseta en la misma fuente y el agua se condujo mediante una tubería enterrada hasta el depósito nuevo de Solana, de mucha mayor capacidad que el anterior. Junto al cementerio, al otro lado de la carretera, una arqueta con su correspondiente caseta nos permitía ver como llegaba el agua de la fuente cuando la puerta se quedaba abierta.


La gran peculiaridad de esta obra es que se hizo “a Vereda” gracias al trabajo mancomunado de todo el pueblo de Igea. El reparto del trabajo se hizo entre todos los vecinos del pueblo con la particularidad de que dentro de cada familia tenían que trabajar solo los hombres, los padres y todos sus hijos varones (las mujeres quedaron liberadas, bastante tenían con el “cántaro”). Auzolán en Navarra y País Vasco, Andecha en Asturias, Treball veïnal en Cataluña, Vereda en el resto de España, son sólo distintas formas de nombrar lo mismo: “el trabajo vecinal en beneficio de toda la comunidad”. La mayoría de los jóvenes de hoy no saben de dónde viene esta expresión, muy relacionado con el dicho “meter en vereda”. Todo tiene su raíz en el mundo rural y en el pastoreo. La expresión “meter en vereda” se origina cuando un pastor debía trasladar el rebaño de un modo estricto y vigilante, evitando que ninguno de los animales se descarriara (abandonara la vereda) y pastasen en aquellos terrenos acotados o campos sembrados. Así, ahora significa hacer que alguien cumpla con sus obligaciones, y de ese significado viene lo del “trabajo a vereda”. Que un ayuntamiento llamase “a vereda” consistía en que los vecinos debían realizar un servicio (siempre obligatorio) en labores de carácter municipal como limpiar caminos, acondicionar calles, abrir zanjas...


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Una costumbre secular en los pueblos, un “modus vivendi” en aquellos tiempos en los que la administración no disponía de los recursos económicos de hoy en día. No había otra forma de conservar y mejorar el municipio más que con las manos de los vecinos. Un día de trabajo que servía además como espacio de convivencia y forma de relación intergeneracional.  “Ir a vereda” era obligatorio; incluso si el hombre se encontraba pastoreando o de viaje, su labor debía hacerla la mujer. Sólo los que tenían dinero podían librarse de ella pagando la “pena de vereda”, una multa. Con la llegada de los ayuntamientos democráticos esta cultura del trabajo “a Vereda” desapareció. Hoy la mayoría de los jóvenes desconocen esta variante del trabajo social.

En Igea otro ejemplo de trabajo a vereda fue la construcción del actual cementerio en el año 1945.


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El mejor colofón de la Traída del agua de buena calidad y más abundante de fuente Morota fue la instalación de la red de agua corriente y de alcantarillado en todas las casas y calles del pueblo. Esto sí que supuso una mejora sustancial de la calidad de vida y de la salubridad de los Igeanos, en especial de la mujeres, y el envío definitivo de los cántaros a los museos etnográficos. De este modo se solucionó el histórico problema del abastecimiento humano y de los animales domésticos todavía muy abundantes en los años 60 y 70, razón por la se mantuvieron los abrevaderos urbanos.

Para quien desee recorrer a pie esta senda del agua puede caminar desde Igea por la carretera de Cornago hasta el Badén, más arriba del santuario del Villar, cruzar el Reajo a la altura del km 5 y ver la caseta/arqueta de fuente Morota. Se puede regresar por la carretera o caminar mucho más plácidamente por el camino trazado en el mapa adjunto disfrutando de la naturaleza “cultivada” por los labriegos igeanos desde tiempos remotos, como así lo atestiguan los bellos y centenarios olivos que jalonan todo el recorrido. Unos 11 km entre la ida y la vuelta y 120 metros de desnivel tienen la culpa.


PLANO RUTA 9 FUENTE MOROTA

https://maps.app.goo.gl/h7DaNdECjYJ3x7p79


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