Primer encierro en Igea: emoción, susto y final agridulce
La tarde de este domingo en Igea pintaba de lo más festiva. A las 18:00 h. en punto, con apenas sol y la calle mayor repleta de gente con ganas de adrenalina, arrancaba el primer encierro de las fiestas patronales de la Virgen del Villar. Las reses, de la ganadería Bretos Fernández, salieron con brío, dejando claro desde el primer instante que no venían de paseo.
La carrera fue rápida, de esas que te hacen contener la respiración desde la primera arrancada. Todo iba viento en popa, con los corredores midiendo el terreno delante del Marqués de Casatorre, los chavales y mayores animando y el ambiente cargado de emoción, hasta que en la placetilla llegó el susto. Una de las reses se cruzó de forma inesperada y alcanzó a Antonio, “El Mostillo”, de sobra conocido en el pueblo.
La tensión fue inmediata. La ambulancia no tardó en entrar en acción y se llevó a Antonio para ser atendido. Con el incidente, la organización decidió suspender el encierro tras apenas 25 minutos de carrera. La fiesta se quedó con sabor agridulce: por un lado, la emoción del inicio, por otro, la preocupación por el estado del vecino.
Desde aquí, todo el pueblo tiene el mismo deseo: que lo de Antonio no sea nada grave y que pronto vuelva a estar en los recorridos, aunque sea para contarlo desde detrás de la barrera con una sonrisa.
Porque si algo tienen los encierros en Igea es que son pura vida, pura tradición… y también, de vez en cuando, algún que otro susto que nos recuerda lo valientes y un poco locos que somos.
