FOTOGALERÍA DE LA SUBIDA A LA ERMITA
La mañana de este lunes en Igea arrancó con uno de esos momentos que dan sentido a las fiestas: la solemne procesión de subida de la Virgen del Villar a su ermita. A las 08:30 h., el pueblo se echó a la calle para acompañar a la patrona en su regreso a lo alto del cerro, donde permanecerá hasta mayo.
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El nuevo párroco, Jesús Manuel Antoñanzas Pascual, fue el encargado de oficiar la misa en la ermita, estrenándose en unas fiestas que, como él mismo pudo comprobar, tienen un componente religioso y emocional imposible de explicar si no se vive. Hombres y mujeres “trabaron” a la Virgen con orgullo, hombro con hombro, recordando que sin este gesto de fe las fiestas perderían su razón de ser.
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Aunque hoy sea día laborable, ni los igeanos que madrugan para ir a trabajar ni los que tienen que volver a sus pueblos de residencia quisieron perderse este momento. Porque en Igea la devoción manda, y la tradición se cumple aunque toque después cambiarse las alpargatas por el uniforme de faena.
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Y como aquí lo solemne siempre se mezcla con lo festivo, apenas terminada la misa llegó el momento del sabor. A las 10:00 h., los incansables de la peña El Glass se pusieron el delantal y comenzaron a repartir el clásico preñao acompañado de un buen vaso de vino. Pan, chorizo y trago: receta sencilla pero infalible para devolver las fuerzas tras la caminata. Como bien dice el refrán, “a barriga llena, corazón contento”, y en Igea, de eso, saben un rato.
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La jornada no había hecho más que empezar, pero la Virgen ya descansaba en su ermita, y los vecinos podían presumir de haber cumplido con la tradición… y de tener el estómago más que agradecido.