El Ayuntamiento de Igea ha salido al paso de las dudas por la licitación del Centro Social con un comunicado publicado hoy en el Diario La Rioja. Dicho cominicado abunda en un tema que lleva días calentando conversaciones en la plaza, en los grupos de WhatsApp y en las barras de los bares: la nueva licitación del servicio del Centro Social.
Según explica la nota remitida al periódico, el Ayuntamiento insiste en que todo el proceso que se va a poner en marcha se hará “con todas las garantías de legalidad y transparencia”. El origen del asunto está en que, tal y como recuerda el propio Consistorio, el contrato actual del Centro Social lleva caducado desde 2019. Un informe jurídico externo habría dejado claro que no se puede seguir así y que es obligatorio iniciar un nuevo procedimiento si se quiere cumplir la Ley de Contratos del Sector Público.
Es decir, que el problema no es tanto quién gestiona ahora el Centro Social, sino que legalmente el Ayuntamiento no puede mantener un contrato vencido de manera indefinida. De ahí que se plantee una licitación abierta, a la que puedan presentarse todas las personas interesadas en gestionar el local, incluida la actual concesionaria.
En el comunicado se señala además que al Ayuntamiento han llegado reclamaciones de otros posibles aspirantes a explotar el centro, que piden igualdad de oportunidades. Por eso, el equipo de gobierno recalca que el nuevo pliego se hará siguiendo los principios que marca la ley: publicidad, libre concurrencia, igualdad de condiciones para todos los participantes y un proceso claro y objetivo. Traducido al castellano de calle: que cualquiera que cumpla los requisitos podrá presentar su propuesta y competir en las mismas condiciones.
Uno de los puntos que más subraya la nota es que sacar a concurso el servicio no significa “echar a nadie”, sino ajustar la situación a lo que marca la normativa. De hecho, la actual gestora podrá participar, como cualquier otra persona o empresa, en ese concurso. El mensaje del Ayuntamiento quiere ser de tranquilidad y pide “cordura” ante un clima que, reconocen, se ha ido enrareciendo en los últimos días.
En el comunicado incluso se alude a presiones, amenazas, insultos e intentos de coartar la libertad de expresión en relación con este tema. No se dan nombres ni detalles, pero se deja caer que el debate, que debería ser estrictamente administrativo y jurídico, ha terminado derivando en un conflicto más emocional y personal de lo deseable en un pueblo pequeño.
Frente a la versión del equipo de gobierno, la oposición de Ahora Toca Igea (ATI) mantiene sus críticas. Según recoge también Diario La Rioja, ATI acusa al alcalde de gobernar de forma arbitraria, improvisada y alejada de la legalidad. El grupo insiste en que el expediente debe estar perfectamente armado y reclama una licitación “legal y justa”, dejando claro que sigue sin compartir la manera en que se ha planteado el proceso.
El choque, por tanto, no está en la necesidad de regularizar la situación, nadie discute que un contrato vencido desde 2019 es un problema, sino en cómo se ha gestionado todo el camino hasta aquí: tiempos, formas, información facilitada y diálogo con las partes afectadas. Mientras el Ayuntamiento defiende que está haciendo lo que le obliga la ley y que el concurso será transparente, la oposición sospecha de prisas, falta de consenso y decisiones poco claras.
Al final, más allá de los tecnicismos, lo que hay detrás es algo muy sencillo: el Centro Social es un espacio clave en la vida diaria de Igea. Allí se juega la partida, se toma el café, se celebran actos y se cruzan noticias. Cualquier cambio en su gestión se vive casi como si movieran la plaza de sitio. Por eso el ambiente se caldea con facilidad y cualquier comunicado, rueda de prensa o comentario corre como la pólvora.
El reto ahora para todos, Ayuntamiento, oposición, actuales gestores y posibles nuevos licitadores, será bajar el tono, explicar bien los pasos que se van dando y garantizar que el proceso sea tan claro como se promete. Si se logra, el Centro Social seguirá siendo ese lugar de encuentro donde, cuando todo esto pase, los mismos que hoy discuten podrán volver a compartir café, tertulia y, por qué no, hasta alguna broma sobre este episodio.