Fiestas con corazón

Vídeo resumen de las Fiestas Patronales de Igea 2025

Igea, siempre Igea
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Igea se volvió a poner el pañuelo al cuello y, como cada septiembre, se explicó a sí misma en voz alta: devoción, calle y ganas de juntarse. Las Fiestas Patronales de la Virgen del Villar 2025 arrancaron con Prefiestas de campanilla y novena, ese “despertador” que baja por los cantones a las 07:00, pregón a cargo de Cristina Moreno Martínez. en el Centro de Interpretación Paleontológica y el clásico “Desentierro de la Cuba” a medianoche, de Pontarrón a la plaza con la Wesyké al frente. Con el chupinazo del sábado 6, abuelos y bebés (los nacidos en 2024) recibieron su pañuelo festivo, y la plaza se convirtió en escenario taurino con “Maestros de la Calle”, pasacalles temático y la primera degustación de zurracapote de la temporada. Un pistoletazo de salida con todo el acento igeano.


El domingo 7 fue “día grande”: campanilla, recepción de autoridades y, al mediodía, procesión y Misa Mayor con el pueblo entero detrás de la Virgen del Villar y las Danzas de Igea poniendo compás a la emoción. Por la tarde, la charanga calentó el ambiente para el primer encierro, con las reses de Bretos Fernández, que devolvieron a las calles esa mezcla de nervio y aplauso que define a Igea cuando corre. 


El lunes 8 tocó virar de la bulla al rito: última campanilla, procesión y subida de la imagen a la ermita, con misa incluida. Y, como manda la costumbre, “a barriga llena, corazón contento”: la peña El Glass repartió el preñao con vino antes de que los metales de la Wesyké anunciaran el segundo encierro, esta vez con Enrique Domínguez (Funes). Mañana de pellizco y respeto; tarde de adrenalina bien servida.


Entre semana, la vida siguió entrando y saliendo por la Calle Mayor: cuarto encierro el miércoles 10 con Merino Gil (Marcilla), frontón a reventar con partidazo de mano y ese runrún alegre que deja la charanga en cada esquina. Fue la confirmación de que la fórmula es sencilla y efectiva: un rato de toro, otro de música y el eco de la plaza siempre listo para lo que venga.


El viernes 12 Igea cambió el paso: fue el Día de la Mujer. El alcalde entregó el bastón de mando a la 'alcaldesa por un dia'  Elba y, desde ahí, la agenda la marcaron ellas: pasacalles, encierro, bares llenos y la sensación tan igeana de que la fiesta gana cuando manda el cariño. Un día que combinó tradición, orgullo y sonrisas con fotos para guardar.


Sábado 13, es Día de las Peñas, ese en el que el pueblo entero se viste del color de cada cuadrilla. A las 11:30, el séptimo encierro puso gasolina a la mañana con las vacas de Gracia Blasco (Fustiñana): rápidas, “juguetonas” y con carreras de las que se comentan luego en la barra. Por la tarde, exhibición de cortes y suelta de becerra para las peñas: tradición taurina a pie de arena y ambiente de romería por las calles. Lo esencial, intacto: familia, cuadrilla y una charanga que no se cansa.


El domingo 14 llegó sin prisas y con esa melancolía amable de los finales. Después e comer, la Wesyké salió del Pontarrón como quien se empeña en que el último sorbo sea el mejor; a las 17:00, octavo y último encierro, de nuevo con Merino Gil, para cerrar el capítulo taurino con solvencia. Y, cuando el cuerpo pedía freno, la plaza Pedro María Sanz Alonso volvió a vestirse de raíz: la Escuela de Jotas Camino Martínez (Tudela) puso voz, pañuelo y compás al adiós. No hay mejor forma de bajar el telón que recordando por qué empezó todo.


Si uno mira la película entera, el guion de 2025 resume muy bien lo que Igea entiende por fiestas: madrugar juntos para la Virgen, correr cuando tocan toros, comer y brindar sin reloj, y bailar siempre que la charanga levanta una ceja. La devoción no compite con la diversión: se dan la mano. Por eso, aun “acabadas” las Fiestas, siguen un poco aquí, en la plaza, en las fotos, en las gargantas roncas que tararean jotas camino de casa, hasta que llegue mayo y, después, otro septiembre. Y entonces, otra vez pañuelo, otra vez Pontarrón, otra vez Igea

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